Tras cada desfile de Gucci, no deja de sorprendernos las excentricidades de su director creativo, Alessandro Michele Siempre nos hará preguntarnos: ¿qué más puede venir?, y por más que tratamos de imaginarlo, Michele hace que esto sea impredecible. Su saturada estética del más es más, transmitida a través de insólitas mezclas de materias primas y atípicos estilismos, que hacen fascinante cada una de sus propuestas.
Esta vez la inspiración de Michele fue la flora y la fauna típica de los jardines ingleses, todo esto fusionado con elementos futuristas propios del imaginario mundo Gucci, arrojando como resultado una propuesta de looks con una saturada carga de detalles y complementos que encendieron la discusión y por ende la división entre las opiniones del público, pues algunos aseguraban que la colección había atravesado la delgada línea que separa la funcionalidad de la moda para convertirse simplemente en un conglomerado de objetos innecesarios, mientras otros alababan la hazaña del director creativo.
Sin embargo, aunque ambas percepciones eran contrarias entre sí, al final se complementaban y coinciden al definir que esta colección, cuyo derroche de insumos y mezcla de conceptos atemporales, consolidaba una propuesta de vestuario vanguardista y evolutivo que solo se podría lograr bajo el sello Gucci.
La colección denominada El Jardín del Alquimista
Estuvo compuesta por 119 looks cuya narrativa enaltece la opulencia intencional de la firma disponiendo ante la mirada de los asistentes un universo de conceptos gráficos que iban desde lo botánico, pasando por geométricos con cierta influencia glam, hasta llegar a los maxiprints de pitón.
En las siluetas predominaron los vestidos tipo camiseros y los trajes formales típicos de la firma, solo que esta vez con algunos ajustes que sobredimensionan estratégicamente partes de su confección, especialmente las mangas de las chaquetas y las botas de los pantalones clásicos.
En bases textiles definitivamente las telas satinadas, las transparencias y el infalible terciopelo estuvieron presentes en todos los outfits de la pasarela. El cuero fusionado con lonas de tejido plano imprimieron un carácter vanguardista en accesorios como carteras, maletas y baúles. En la paleta de color predominan tonalidades de azul, verde pistacho, verde oliva, azul marino, azul azur, rojo escarlata, rosa, púrpura, negro y blanco.
Con esta colección llamada El Jardín del Alquimista, Michele ratifica su posición transgresora frente al mundo de la moda contemporánea, el cual se ha convertido para él en un ciclo monótono que se ha dedicado a reinterpretar los mismos conceptos en cada temporada, por esta razón él explora nuevas fuentes de inspiración y propone la reinvención de los procesos creativos.